martes, 19 de abril de 2011

BENEFICIOS EDUCATIVOS DEL JUMPING CLAY:

Manipular Jumping Clay, moldearlo o mezclar sus colores con un objetivo concreto es una actividad más compleja de lo que podría parecer, pues moviliza numerosos recursos cognitivos desarrollándolos y haciéndolos evolucionar.

Siempre y cuando estén bajo la supervisión de adultos (especialmente los más peques), el poder experimentar sin límites con un material cuya falta de fragilidad evita que se le pueda romper, hace que el uso del Jumping Clay involucre y beneficie procesos y estrategias mentales y físicas fundamentales en el correcto desarrollo del niño. Entre ellos estaría la capacidad de concentración, el fijarse metas a corto y largo plazo, la planificación previa con los pasos a seguir, el aprender a relajarse ante situaciones de estres y estados de alerta, la facilitación de la lectoescritura, la mejora de la motricidad fina, etc.

Las manualidades con Jumping Clay implican también trabajar con el sistema propioceptivo, es decir, desarrollar la capacidad de recoger información de nuestro cuerpo, haciéndonos conscientes de nuestro cuerpo en relación con el mundo exterior y planificando nuestros movimientos en función de esta información.

Hay autores que recomiendan en menores de 3 años el uso de arcillas o masillas caseras de menor dureza a la hora de manipularlas que las comerciales que hasta ahora existían en el mercado, pero con el Jumping Clay esto no es problema, pues es completamente blando y dúctil desde el primer momento en que se saca del sobre o tarro. Además este tipo de actividad posibilita a los padres desarrollar con sus hijos una actividad que no solo los entretiene, sino que permite un permanente contacto físico padre-hijo. Incluso si la actividad se realiza en compañía de otros "peques" esto tendrá implicaciones importantes en el proceso de socialización del niño.

Los beneficios sobre el desarrollo de la motricidad fina se verán reflejados positivamente en el momento de afrontar los procesos de aprendizaje de la lectoescritura, pues la concentración necesaria y la coordinación de los músculos implicados en el correcto manejo del lápiz y de la realización de los trazos precisos de las letras son muy similares a los que se trabajan con el Jumping Clay.

Digna de mención es la ayuda que presta nuestro material a la tolerancia frente a la frustración y a la capacidad de superación, pues cuando nuestros niños se plantean la realización de un personaje de moda de los que suelen ver en sus dibujos animados preferidos, se dan cuenta de que no es tan fácil ni tan rápido, teniendo que esforzarse en que realmente se parezca su trabajo al personaje concreto, desarrollando el análisis de los volúmenes y las formas tridimensionales parciales o aisladas que lo consituyen, y si no son capaces de lograr estas formas tienen que buscar técnicas alternativas de modelado para alcanzar esas formas "rebeldes" que no consiguen realizar. Dicho esto, parece obvio que los padres deben valorar el trabajo y esfuerzo que realizan sus hijos, felicitándoles por sus logros y estimulándoles a que cada vez hagan mejor sus creaciones.

El trabajo con Jumping Clay requiere de un mínimo de dedicación, lo que permite que los niños se concentren en una sola actividad mejorando su constancia. Así, los mundos fantásticos que su infantil mente "dibuja" pueden ser llevados a la realidad materializándolos con Jumping Clay y desarrollando así su creatividad.

Por último, comentar que nuestro material es una excelente ayuda y puede ocupar un importante lugar en lo que todo profesional dedicado a los niños cree, o debería creer, es la actividad natural del niño: JUGAR.

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